El ejido, la cooperativa, la empresa sindical, entre otras formas asociativas de producción, surgieron y se desarrollaron con muy diversas distorsiones o virtudes, pero han representado logros de los de abajo que ahora se ven amenazados por la inseguridad y el abandono. Ligadas de una u otra forma a las organizaciones sociales, esas empresas que constituyen el sector social han alentado expectativas en ciertos núcleos sociales que lo asumen como una manera de sobrevivir a la crisis de la economía y sus consecuencias socialmente más perniciosas, como el desempleo y la pérdida del ingreso vital. Su papel rebasa en la práctica el estrictamente económico y está cargado de consecuencias sociales y políticas. Por eso la reestructuración económica que el Estado y las fracciones predominantes del capital están instrumentando contra viento y marea no puede dejar de lado al sector social.

Con el ánimo de contribuir al debate sobre el tema, los autores evalúan al sector social, intentando descifrar el lugar que le depara la política estatal y discernir sus perspectivas en el corto y mediano plazos. En particular, se estudia como ejemplar la pesquería de camarón que es uno de los pocos casos en que el sector social tiene la exclusividad de un recurso de exportación que le dio relevancia, el cual por cierto sufre un periodo de crisis.