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El presente volumen de la serie Mundos rurales aborda el problema, por demás vigente, de los usos, disputas y manejo de los recursos naturales por las comunidades y actores sociales, a partir de cinco experiencias. Dos proyectos ecoturísticos que han avanzado con dificultades, un exitoso parque ejidal en la Ciudad de México, y otro en la hermosa costa de Oaxaca, en una playa de desove de la tortuga, en peligro de extinción, el cual ha significado un duro aprendizaje para los pobladores del lugar. Los otros tres casos comprenden la disputa de los bosques de La Magdalena Contreras para establecer asentamientos irregulares, las variedades de maíz de los productores de Milpa Alta, y el manejo del agua en una comunidad del estado de Morelos. En estos estudios, diversos e interesantes, la pregunta es transversal:¿será posible llegar aun manejo sustentable de los recursos naturales, que permita transitar hacia una sociedad rural más justa y equitativa, con base en la participación y organización de los legítimos dueños de estos recursos y la capacidad de enfrentar las amenazas externas?
Las faenas comunitarias investigadas en el presente trabajo reflejan y se refieren a las experiencias vividas durante la limpieza del caño del agua de riego que viene desde los linderos del pueblo de San Jerónimo Amanalco (lugar donde nace el agua), llegando al depósito conocido popularmente como “La lagunilla”, situado por atrás del cerro de la Virgen. Pero, también, registran las vivencias de otras faenas menores realizadas dentro del pueblo, eventualmente, para resolver problemas de interés común.
Lo que acontece, en realidad, en contextos sociales como el del pueblo de San Miguel Tlaixpan, municipio de Texcoco, Estado de México, que sufren la repentina dialéctica ciudad frente a campo —en este caso, al iniciarse el siglo XXI— es que, en su lentísima metamorfosis hacia el grado de ciudad, tienen que atravesar por un perverso y doloroso purgatorio. Es decir, cualquier poblado rural se convierte en una zona intermedia de larga duración, definida por Raymond Williams como “suburbio, ciudad-dormitorio, “favela””. En una palabra, y a nivel de historia universal, “La Revolución Industrial —continúa diciéndonos el autor antes citado— no transformó apenas la ciudad y el campo: ella se basó en un capitalismo agrario altamente desarrollado, habiendo ocurrido muy pronto el desaparecimiento del campesinado tradicional”
¿Qué pasa con las mujeres indígenas cuando migran de sus comunidades a una ciudad? Las tres autoras de este libro buscan responder a esta pregunta y, poniendo énfasis en distintas aristas, analizan cómo son tratadas las mujeres indígenas en las sociedades urbanas y qué desafíos enfrentan en un contexto distinto al de la comunidad. Exploran en qué sentido se modifican las identidades construidas en el seno cultural de un pueblo originario cuando viven una experiencia migratoria. Identifican qué permanece y qué cambia con la itinerancia, qué sufrimientos y alegrías surgen, qué retos y oportunidades les depara su incursión en nuevos espacios. Las tres autoras profundizan el análisis del vínculo que las mujeres indígenas establecen con diversas culturas y grupos sociales, la relación con el mundo laboral, con el mercado y con nuevas tecnologías de información y comunicación; y todas descubren las nuevas experiencias e imaginarios de las mujeres indígenas que mudan del campo a la ciudad.
Ainara Arrieta Arcilla, Amaranta Cornejo Hernández y Bárbara Schütz, egresadas del Posgrado en Desarrollo Rural de la UAM-Xochimilco, presentan la parte medular de sus investigaciones de tesis de maestría. Cada estudio implicó la interacción de las autoras con mujeres indígenas, ñähñús de Querétaro y tsotsiles de Chiapas cuyas vidas se han apartado de la trayectoria femenina previsible en sus comunidades, donde tal vez habrían sido trabajadoras agrícolas con escaso reconocimiento, jóvenes esposas, madres y amas de casa sujetas a la autoridad masculina, mujeres resignadas a su “destino”, pero sus pasos siguieron otros caminos y empezaron a inventar nuevos destinos desde la Ciudad de México y en San Cristóbal de las Casas, respectivamente.
La conservación de los recursos naturales, a partir del siglo XXI, se convirtió en un tema vital para la sobrevivencia de la especie humana; la explotación desmedida producto de una lógica capitalista depredadora, que sólo busca la ganancia sin pensar en el futuro, condujo a una situación de crisis mundial, en la que puede desaparecer la vida en el planeta y desde luego la especie humana, no es un escenario que se toma de la ciencia ficción sino de una verdadera posibilidad. La crisis por escasez de agua y el cambio climático como consecuencia de la emisión excesiva de gases invernadero, ya es una realidad; la extinción de especies y la pérdida de biodiversidad avanza cada día. La desigualdad social impacta, antes que a otro grupo, a los humanos en situación de pobreza a padecer la escasez de agua y contaminación, pero una crisis planetaria afectaría a todos los habitantes de la Tierra.
Esta situación podría contrarrestarse con el uso de tecnologías adecuadas y sustentables, así como con la valoración y reconocimiento de los saberes locales y ancestrales que guardan muchas comunidades humanas que han vivido en territorios con recursos naturales desde hace siglos. El infortunio es que la imposición de proyectos “desde arriba”, ajenos a la realidad de estos actores sociales, muchas veces conduce a que estos conocimientos no se apliquen ni valoren y se impongan medidas excluyentes a los habitantes de países megadiversos del planeta. México es uno de los países con mayor diversidad biológica. A partir de la Cumbre de Rio de Janeiro de 1992, la conservación de la biodiversidad y los recursos naturales se volvieron parte indiscutible de la agenda ambiental de los organismos internacionales.
Es importante destacar que abordar el tema de la presente investigación, es decir, el tema “Milpa Alta”: su identidad, cultura y territorio, no ha sido producto de una casualidad, sino más bien de una causalidad. Y es que en primer lugar, quien esto escribe es originario de dicha comunidad, específicamente de Villa Milpa Alta, cabecera delegacional y poblado que conforma también parte de la comunidad indígena de Milpa Alta. En segundo lugar, formo parte de una agrupación en cuya evolución durante los últimos doce años, ha trabajado en la investigación, preservación y difusión del patrimonio natural y cultural de Milpa Alta.
Son, pues, estas dos perspectivas a partir de las cuales observo, escribo y desarrollo la presente investigación. Y desde las que actúo como originario y como miembro de un grupo que aborda temas relativos a la ruralidad y las expresiones culturales de su gente.2 Por lo anterior, es importante señalar que mi subjetividad en la presente investigación resultará evidente, y también en ese sentido me asumo como parte de los actores sociales tal como describe Gisela Landázuri (2008), y que está, junto con la agrupación, en la búsqueda y proceso de consolidación de la participación social para desarrollar los mecanismos que expresen las capacidades, aptitudes y potencialidades no sólo para elegir, sino también para diseñar, administrar, evaluar, en fin, construir procesos de auto transformación, o si se quiere conservar el concepto de desarrollo, hablemos de éste como cambio emancipador.
En los trabajos que integran esta obra se reflexiona sobre el territorio, entendido como espacio de poder, disputa, conflictividad, cooperación y negociación entre los diversos actores sociales que buscan imponer o defender proyectos de desarrollo, principalmente en ámbitos rurales y rururbanos, que se transforman al influjo de los procesos de la globalización y la reestructuración capitalista en su expresión neoliberal. Este es el eje articulador para el estudio de diversos temas y problemas en cuatro países de América Latina: la autonomía y el papel de los movimientos sociales indígenas, la resistencia de los pueblos originarios en espacios urbano-rurales y las estrategias de las comunidades ante el riesgo, en México, así como la institucionalidad para lograr la gestión del agua en una provincia de Argentina y la reconfiguración territorial que genera la consolidación de modelos de producción agroempresaria! vinculados a cultivos como la soja en Paraguay, Argentina y Uruguay.
Las radicales transformaciones que se viven a lo largo de la región latinoamericana y los profundos y complejos impactos que éstas significan a nivel ambiental, tecnológico-productivo, económico, social, cultural y político deben ser investigadas, reflexionadas y debatidas. Este volumen de la serie Mundos rurales aporta elementos importantes para avanzar en estos objetivos.
Mundos Rurales tiene como propósito dar a conocer los resultados de investigación de los estudiantes, recién egresados y graduados del Posgrado en Desarrollo Rural, así como contribuir a la reflexión y búsqueda de alternativas para el desarrollo en el campo a partir del análisis de experiencias locales y regionales.
Este número que inaugura la colección reúne trabajos relacionados con la cultura de la producción campesina, desde cuya perspectiva se analizan cinco experiencias organizativas generadas de actividades como la apicultura, la pesca y la cafeticultura, y de procesos en torno a la educación y la salud, así como de la migración y el uso social de las remesas.
Las experiencias se desarrollan en comunidades de los estados de Tabasco, Durango, Chiapas, Nayarit e Hidalgo, y representan una muestra de las diversas alternativas construidas por la población campesina a partir de sus recursos, conocimientos y capacidad de resistencia y organización.
Los trabajos ponen a la vista los esfuerzos del mundo rural para salir adelante, no obstante la situación adversa que éste enfrenta como resultado de la ausencia de políticas públicas adecuadas y favorables para el mejoramiento de sus condiciones de vida.
Este documento es una síntesis de la tesis presentada en diciembre de 2013 para obtener el grado de doctor en desarrollo rural por la UAM Xochimilco (Gómez, 2013a), dirigida por Luciano Concheiro. La investigación fue motivada por un problema muy complejo: la falta de reconocimiento, por gran parte de las instituciones de desarrollo rural, de la existencia y viabilidad de los milperos tradicionales como sujetos sociales.
A diferencia de los cafetaleros, los horticultores, los pescadores, los ganaderos y otros productores rurales; los milperos están ausentes en gran parte de los estudios rurales. Esta situación se sintetiza en el nudo problemático del estudio: maíz-milpa-milperos. Para los campesinos de Mesoamérica es difícil disociar estos tres conceptos; sin embargo, las instituciones del desarrollo, incluyendo las ciencias biológicas y las sociales, dan un tratamiento diferenciado al maíz, a la milpa y al sujeto social que hace posible este sistema agrícola.
El presente estudio pertenece a la gente de la comunidad Nuevo México, de San Vicente Pacaya, Escuintla. Las personas que compartieron sus historias conmigo son sobrevivientes, quieren recuperar su memoria y compartirla con las nuevas generaciones. ¡Que nadie olvide la injusticia! ¡Que nunca vuelva a repetirse!
Más allá de mi trabajo como investigadora, considero importante realizar la recuperación de la memoria comunitaria, de sus sentires y pensares, y plasmar en un trabajo académico no sólo la tragedia que vivieron sino también la historia de su resistencia y sobrevivencia, de su caminar infatigable y constructivo. Llevar a cabo esta tarea implicó una parte conceptual y analítica, pero también una dimensión emocional, pues sin amor y coraje, sin esperanza y sin indignación no se entendería este proceso. Incluir las distintas perspectivas de su relato es una manera de agradecer a la comunidad que me acogió en su seno y la apertura para compartir su historia conmigo.
Esta obra da cuenta de las experiencias que los autores han vivido en cuatro estados de la República mexicana: Baja California Sur, Chiapas, Morelos y Veracruz. Estas experiencias muestran, por un lado, las vivencias de los pueblos frente a diversos intentos de despojo de recursos: minerales, agua, mar, bosques, actividades agrícolas por parte del capital y del avance de lo que este sistema plantea como modernidad; y por otro lado, las respuestas y la resistencia ante estos procesos de despojo en la defensa de su cultura y vida.
Las aproximaciones metodológicas se llevan a cabo desde perspectivas diferentes, si bien en los cuatro trabajos se abordan las respuestas y repercusiones locales a procesos globales; en los estudios de Baja California y Chiapas, que se presentan primero, encontraremos como eje de análisis la participación de actores globales; en los otros dos: Morelos y Veracruz, se hace énfasis en los procesos comunitarios ubicados en escenarios con determinantes globales.
En los cuatro capítulos se muestra que los pueblos disputan, por medio de múltiples estrategias, los territorios en un sentido amplio, con todos sus componentes: tierra, agua, plantas, semillas, etcétera, desde acepciones cotidianas, históricas, identitarias, forjadoras de arraigo, de vida. Porque ciertamente se quiere seguir viviendo, y desde el campo mexicano poder vivir bajo los preceptos campesinos, comunitarios, pueblerinos, con todo y sus cambios y paradojas, a contracorriente quizá, de las visiones de modernidad, del gran negocio del capital, de las grandes tendencias de privatización y despojo desde la globalización y sus trasnacionales, así como de cualquier política subordinada a los mandatos hegemónicos.
La feminización del campo y de las economías locales, provocada principalmente por los movimientos migratorios de miles de campesinos, obligó a las sociedades modernas de fines del siglo XX y principios del XXI a volver la mirada hacia las mujeres rurales. Su presencia, participación y luchas organizativas, junto con las de otras mujeres en otros ámbitos de la sociedad, lograron –después de muchos esfuerzos– que fueran contempladas en las estadísticas demográficas, los programas sociales y las políticas públicas. Se ha realizado un arduo trabajo con perspectiva de género por parte del movimiento feminista, académicas, legisladoras, sociedad civil y de las propias organizaciones de mujeres rurales e indígenas para ser visibilizadas.
Sin embargo, todavía falta mucho por hacer, pues las mujeres rurales e indígenas siguen siendo discriminadas, y sus necesidades, demandas y propuestas no son escuchadas. Muchos programas gubernamentales y políticas dirigidas a las mujeres siguen siendo de corte asistencialista: las han utilizado como mano de obra para los servicios comunitarios, como administradoras y responsables de la educación y la salud de sus familias; sobrecargándolas de trabajo y condicionándoles los recursos. Siguen sin contemplar las necesidades estratégicas de las mujeres, sus propuestas y los complejos contextos en los que viven.
Hace algunas décadas la cultura aún era un tema estudiado fundamentalmente por la antropología o la etnología, sin embargo, desde la década de 1980 buena parte de las disciplinas sociales como la sociología, la ciencia política y la historia se han acercado a la cultura con distintas preguntas y desde perspectivas diversas. Los textos publicados en este libro son artículos de egresados de la maestría y el doctorado en desarrollo rural, de la UAM- Xochimilco, quienes abordas distintos aspectos de la dimensión cultural de los procesos de transformación en el mundo rural.
Los trabajos son capítulos o resúmenes de tesis seleccionadas debido a sus aportes a la discusión de los procesos de desarrollo rural. Hoy es claro que todo proceso social tiene una dimensión cultural, y su exploración ha derivado en el desarrollo de perspectivas teóricas y metodológicas. De inicio, debemos decir que las expresiones culturales pueden entenderse como un elemento de orienta las prácticas sociales y sus transformaciones, puede ser un motor de cambio, un factor que modela las expectativas, interese y modos de acción. Influye, definitivamente en la estructuración y transformación del mundo social. El énfasis del posgrado es justamente el tema de las transformaciones sociales, de la construcción del desarrollo pensando desde los sujetos o actores sociales.
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Hay que ser un ganador? ¿Hacia dónde nos conduce la desaforada carrera por el éxito en la que nos embarcamos? Nuestra sociedad está siendo intervenida por modelos gerenciales de desarrollo individual y colectivo que hacen aparecer el espejismo del triunfo como sentido para la vida. El devenir de la subjetividad contemporánea se encuentra ordenado por el eje costo-beneficio. En el ámbito público como en el privado, todos estamos llamados a existir bajo la modalidad empresarial que calcula sus ganancias y sus pérdidas transformando el tiempo, los afectos y los vínculos en recursos para ser ganadores. El otro se ha vuelto un adversario a vencer y cada uno avanza sobre los demás, indiferente al destino común. El horizonte se transforma precipitadamente en un abismo.
¿Cómo se resiste a esta devastación del mundo? ¿Es posible una forma de intervención que desafíe esa tendencia? La expansión ilimitada del management se enfrenta a una intervención social orientada hacia el incremento de las capacidades para una acción reflexiva y autónoma. En este libro se explora la configuración de los dispositivos sociales de intervención que se confrontan en la tensión entre la competencia irracional y la solidaridad humana, en un tiempo en que la especulación no es el despliegue del pensamiento, sino la búsqueda incesante de la ganancia.
La conservación de los recursos naturales, a partir del siglo XXI, se convirtió en un tema vital para la sobrevivencia de la especie humana; la explotación desmedida producto de una lógica capitalista depredadora, que sólo busca la ganancia sin pensar en el futuro, condujo a una situación de crisis mundial, en la que puede desaparecer la vida en el planeta y desde luego la especie humana, no es un escenario que se toma de la ciencia ficción sino de una verdadera posibilidad. La crisis por escasez de agua y el cambio climático como consecuencia de la emisión excesiva de gases invernadero, ya es una realidad; la extinción de especies y la pérdida de biodiversidad avanza cada día. La desigualdad social impacta, antes que a otro grupo, a los humanos en situación de pobreza a padecer la escasez de agua y contaminación, pero una crisis planetaria afectaría a todos los habitantes de la Tierra.
En México la intervención institucional para el desarrollo ha girado en torno a un objetivo: la consecución del cambio social. Desde la época cardenista (1934-1940) las propuestas y programas para el medio rural surgieron de instituciones públicas –gubernamentales o no– pero dichos cambios estaban enfocados desde una perspectiva externa. Con esa orientación las políticas del desarrollo resultaron muy costosas. Se promovieron cambios en la vida de los actores rurales locales y se alteró la cotidianidad, individual y comunitaria, sin contar con la anuencia ni la participación consciente de sus actores.
A partir de las últimas décadas del siglo pasado empezaron a ser cuestionadas las formas de intervención que, desde el Estado, impulsaban esos cambios. Surgieron corrientes y organizaciones civiles que buscaron modificar el rumbo. Sin embargo la intencionalidad no ha bastado. Es necesario saber cómo dichas iniciativas han sido apropiadas y conducidas por quienes las instituciones buscaban “emancipar”; tal ha sido el caso del trabajo con mujeres.
Las iniciativas han surgido tanto en instituciones gubernamentales como organizaciones civiles centradas en formar y capacitar a las actoras indígenas, tanto en gestión de proyectos como en la defensa de sus derechos jurídicos y políticos y para que puedan negociar sus propuestas locales en mejores términos, como es el caso de los artículos que presentamos. Sin embargo, no todas las iniciativas responden, complementan, potencian o facilitan localizar las prioridades, las vías de reproducción material y cultural de las y los actores locales.