Interculturalidad, buen vivir y derechos comunitarios en Chiapas: el ejido Jerusalén de Pedro Hernández Luna es un maravilloso libro, de gran humanidad, escrito en el marco de una crisis civilizatoria; pero a la vez es una propuesta de una utopía posible producto de la práctica cotidiana del buen vivir desde un diálogo intercultural. Precisamente por ser producto de la práctica, parte de la realidad concreta de la comunidad del ejido Jerusalén en Las Margaritas, Chiapas; y adquiere vida desde los ojos y palabras vueltos corazón de su autor, Pedro Hernández Luna, un joven tseltal miembro de la comunidad que se atreve, con su propio andar, a darle forma a otro mundo posible.

Se trata, en primer término, de superar la inocencia producto de desconocer la historia y, en ello, carecer de fuerza para apropiarse de un futuro propio; pero también se busca un diálogo intercultural en ofrecer desde el lenguaje propio una cosmovisión distinta en diálogo vivo de intercultura. Para ello, se parte del quehacer cotidiano: aparece la milpa, la comunidad y sus conocimientos y valores del “trato justo por igual” entre los seres humanos, la naturaleza donde cobra sentido la tierra vuelta territorio.

En México la intervención institucional para el desarrollo ha girado en torno a un objetivo: la consecución del cambio social. Desde la época cardenista (1934-1940) las propuestas y programas para el medio rural surgieron de instituciones públicas –gubernamentales o no– pero dichos cambios estaban enfocados desde una perspectiva externa. Con esa orientación las políticas del desarrollo resultaron muy costosas. Se promovieron cambios en la vida de los actores rurales locales y se alteró la cotidianidad, individual y comunitaria, sin contar con la anuencia ni la participación consciente de sus actores.

A partir de las últimas décadas del siglo pasado empezaron a ser cuestionadas las formas de intervención que, desde el Estado, impulsaban esos cambios. Surgieron corrientes y organizaciones civiles que buscaron modificar el rumbo. Sin embargo la intencionalidad no ha bastado. Es necesario saber cómo dichas iniciativas han sido apropiadas y conducidas por quienes las instituciones buscaban “emancipar”; tal ha sido el caso del trabajo con mujeres.

Las iniciativas han surgido tanto en instituciones gubernamentales como organizaciones civiles centradas en formar y capacitar a las actoras indígenas, tanto en gestión de proyectos como en la defensa de sus derechos jurídicos y políticos y para que puedan negociar sus propuestas locales en mejores términos, como es el caso de los artículos que presentamos. Sin embargo, no todas las iniciativas responden, complementan, potencian o facilitan localizar las prioridades, las vías de reproducción material y cultural de las y los actores locales.

La violencia parece haber cubierto el territorio nacional, abundan hechos y acciones del crimen organizado y del mismo Estado a través de los cuerpos policiacos, el ejército y la marina. La impunidad aparece como otra forma de violencia, no sólo para impedir el esclarecimiento y la justicia, sino para silenciar, ocultar o invisibilizar el terror y el horror que se siembra cotidianamente entre los ciudadanos. Se ha vuelto cosa de todos los días la persecución, la desaparición forzada o la matanza “justificada” o disfrazada de enfrentamiento contra “el crimen organizado”; también es cotidiana la criminalización de aquellos que alzan su voz contra la discriminación, la cancelación del futuro, la pobreza, la exclusión.

El caso de los estudiantes asesinados y de los desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa no es un hecho aislado sino parte de un cúmulo de acciones que, por su crudeza y arbitrariedad, agravian en lo más profundo a la ciudadanía, a las comunidades rurales y a la sociedad entera. La matanza de 22 presuntos delincuentes el 30 de junio de 2014 en Tlatlaya, Estado de México, presentada falsamente como “enfrentamiento” entre el ejército y el crimen organizado; la persecución y el asesinato de 6 personas y la desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014, ilustran la violencia y el abuso de poder, el desprecio por la legalidad y por la vida y la seguridad de que en México se puede hacer lo que sea impunemente. Pero también muestran que la sociedad puede organizarse, levantarse y exigir verdad, justicia, respeto al Estado de derecho y alto a la impunidad.

Llegué a La Montaña de Guerrero en 2004 para colaborar con el equipo del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan1, organización con más de 10 años de experiencia en la defensa, promoción y difusión de los derechos humanos entre los pueblos indígenas de la región. Fue en 2007, en medio de tantos casos cotidianos con los que trabajábamos los asesores jurídicos, que se presentó la oportunidad de orientar y acompañar el proceso de lucha de una comunidad indígena na savi llamada Mini Numa. La cual, como otras tantas, padecía las consecuencias de la flagrante violación a sus derechos humanos. En este caso, se trataba de varias muertes de niños, personas adultas y mujeres en el embarazo o el parto, ocasionadas por la falta de atención médica para curar enfermedades y padecimientos de la pobreza.

En Tlachinollan era común recibir solicitudes de apoyo porque las comunidades carecían de servicios básicos –no había maestro ni doctor, no había caminos, agua, luz, escuela, clínica–, porque las lluvias o el viento se habían llevado parte de sus casas y la gente tenía que vivir a la intemperie, porque el suelo se abría y las casas se derrumbaban, y porque todas estas necesidades se hallaban sin respuesta o atención gubernamental. En éstas y otras situaciones estaba Tlachinollan para gestionar, dialogar y demandar a las autoridades su pronta intervención. Si las primeras acciones no generaban algún resultado favorable a la prevalencia de los derechos colectivos de las comunidades, entonces se promovía la denuncia pública, se hacía evidente la omisión del gobierno o se interponían diversos recursos jurídicos. También se generaba presión social con el apoyo de una red de actores nacionales e internacionales para exigir el cumplimiento de los derechos colectivos de los pueblos.

El presente volumen de la serie Mundos rurales aborda el problema, por demás vigente, de los usos, disputas y manejo de los recursos naturales por las comunidades y actores sociales, a partir de cinco experiencias. Dos proyectos ecoturísticos que han avanzado con dificultades, un exitoso parque ejidal en la Ciudad de México, y otro en la hermosa costa de Oaxaca, en una playa de desove de la tortuga, en peligro de extinción, el cual ha significado un duro aprendizaje para los pobladores del lugar. Los otros tres casos comprenden la disputa de los bosques de La Magdalena Contreras para establecer asentamientos irregulares, las variedades de maíz de los productores de Milpa Alta, y el manejo del agua en una comunidad del estado de Morelos. En estos estudios, diversos e interesantes, la pregunta es transversal:¿será posible llegar aun manejo sustentable de los recursos naturales, que permita transitar hacia una sociedad rural más justa y equitativa, con base en la participación y organización de los legítimos dueños de estos recursos y la capacidad de enfrentar las amenazas externas?

Los trabajos que integran esta obra, perteneciente a la colección Mundos Rurales, dan cuenta de la ampliación del campo de estudio de lo rural. Dicha ampliación no sólo es temática, sino conceptual, incluso metodológica, lo que sugiere que este ámbito de conocimiento se encuentra en una fase de maduración, es decir, que las discusiones, los debates y los cursos de posgrado abren interrogantes que sólo pueden ser trabajados sobre el terreno, en un nivel micro. Si bien eso obliga a echar mano de referentes teóricos ya establecidos, al ponerlos en contacto con la realidad no siempre se llega a una concordancia plena, sino que de forma inevitable quedan dudas, incluso, de su pertinencia. En todo caso, en un campo tan interdisciplinario como éste, es saludable la posibilidad de debatir con esas posturas teóricas y, al mismo tiempo, hacer un esfuerzo por elaborar reflexiones más apegadas a los actores rurales.

Los artículos que integran este volumen de Mundos Rurales: “Cuatro espejos del mundo rural”, presentan un variopinto de investigaciones sobre actividades artesanales y productivas, procesos de resistencia, ontologías y la producción de saberes por medio de metodologías participativas, relacionadas con el devenir de actores sociales del México rural.

En un país como el nuestro, donde la muerte por violencia y la desaparición forzada equiparan a México con los países que ahora mismo viven una cruenta guerra declarada; donde la desigualdad social coloca a más del 70% de la población campesina bajo la línea de pobreza; donde la migración en tiempos de Trump –más arriesgada, costosa y difícil– ha sido el paliativo principal a los precarios ingresos rurales a costa del “vaciamiento”, “desjuvenización” y feminización del campo; en un país donde las mujeres rurales están asumiendo triples jornadas pero no necesariamente tienen más reconocimiento y derecho a participar en la toma de decisiones… Aquí, donde poco se cumplen o definitivamente se incumplen los derechos y libertades que consagra la Constitución y que debiera garantizar el Estado y sus instituciones; donde la lucha por el “sufragio efectivo” con que inició la Revolución de 1910 es aún una batalla con escasas victorias; donde se canjean recursos asistenciales por votos y lealtades políticas; donde se “moderniza” la compra de votos con “tarjetas” de débito sin que ninguna autoridad sancione delitos o fraudes electorales. En un país como el nuestro, donde hoy campea la violencia estructural y la delincuencia organizada en contubernio con gobernantes, funcionarios y políticos; donde la Guerra contra el narcotráfico ha dejado más de cien mil muertes y violentado derechos humanos que escandalizan a instancias nacionales e internacionales…

En este país donde las mujeres rurales, no sólo padecen todas las violencias, sino una “democracia de muy, muy baja intensidad” –como la llama Martha Figueroa, abogada feminista e integrante de la RedPAR– que las instituciones públicas, partidos políticos, organizaciones sociales y comunidades indígenas y mestizas del medio rural ubican como ciudadanas de quinta categoría.

El presente estudio pertenece a la gente de la comunidad Nuevo México, de San Vicente Pacaya, Escuintla. Las personas que compartieron sus historias conmigo son sobrevivientes, quieren recuperar su memoria y compartirla con las nuevas generaciones. ¡Que nadie olvide la injusticia! ¡Que nunca vuelva a repetirse!

Más allá de mi trabajo como investigadora, considero importante realizar la recuperación de la memoria comunitaria, de sus sentires y pensares, y plasmar en un trabajo académico no sólo la tragedia que vivieron sino también la historia de su resistencia y sobrevivencia, de su caminar infatigable y constructivo. Llevar a cabo esta tarea implicó una parte conceptual y analítica, pero también una dimensión emocional, pues sin amor y coraje, sin esperanza y sin indignación no se entendería este proceso. Incluir las distintas perspectivas de su relato es una manera de agradecer a la comunidad que me acogió en su seno y la apertura para compartir su historia conmigo.

En el ámbito de la Matemática subsisten, a la fecha, debates que parecen interminables Como ejemplo, dos de ellos ¿se crea (inventa) la Matemática o se descubre?, ¿son indispensables las demostraciones formales y rigurosas o, en ciertas circunstancias, se puede prescindir de ellas? En su libro Matemáticas La pérdida de la certidumbre, Morras Kline sostiene que las matemáticas puras modernas se han desarrollado en cuatro direcciones abstracción, generalización, especialización y axiomatización. En consecuencia, resulta pertinente preguntarse si tales trayectorias chocan…

La conservación de los recursos naturales, a partir del siglo XXI, se convirtió en un tema vital para la sobrevivencia de la especie humana; la explotación desmedida producto de una lógica capitalista depredadora, que sólo busca la ganancia sin pensar en el futuro, condujo a una situación de crisis mundial, en la que puede desaparecer la vida en el planeta y desde luego la especie humana, no es un escenario que se toma de la ciencia ficción sino de una verdadera posibilidad. La crisis por escasez de agua y el cambio climático como consecuencia de la emisión excesiva de gases invernadero, ya es una realidad; la extinción de especies y la pérdida de biodiversidad avanza cada día. La desigualdad social impacta, antes que a otro grupo, a los humanos en situación de pobreza a padecer la escasez de agua y contaminación, pero una crisis planetaria afectaría a todos los habitantes de la Tierra.

Esta situación podría contrarrestarse con el uso de tecnologías adecuadas y sustentables, así como con la valoración y reconocimiento de los saberes locales y ancestrales que guardan muchas comunidades humanas que han vivido en territorios con recursos naturales desde hace siglos. El infortunio es que la imposición de proyectos “desde arriba”, ajenos a la realidad de estos actores sociales, muchas veces conduce a que estos conocimientos no se apliquen ni valoren y se impongan medidas excluyentes a los habitantes de países megadiversos del planeta. México es uno de los países con mayor diversidad biológica. A partir de la Cumbre de Rio de Janeiro de 1992, la conservación de la biodiversidad y los recursos naturales se volvieron parte indiscutible de la agenda ambiental de los organismos internacionales.

Este documento es una síntesis de la tesis presentada en diciembre de 2013 para obtener el grado de doctor en desarrollo rural por la UAM Xochimilco (Gómez, 2013a), dirigida por Luciano Concheiro. La investigación fue motivada por un problema muy complejo: la falta de reconocimiento, por gran parte de las instituciones de desarrollo rural, de la existencia y viabilidad de los milperos tradicionales como sujetos sociales.

A diferencia de los cafetaleros, los horticultores, los pescadores, los ganaderos y otros productores rurales; los milperos están ausentes en gran parte de los estudios rurales. Esta situación se sintetiza en el nudo problemático del estudio: maíz-milpa-milperos. Para los campesinos de Mesoamérica es difícil disociar estos tres conceptos; sin embargo, las instituciones del desarrollo, incluyendo las ciencias biológicas y las sociales, dan un tratamiento diferenciado al maíz, a la milpa y al sujeto social que hace posible este sistema agrícola.

Los trabajos que integran el presente volumen de Mundos Rurales abordan, desde diversos ámbitos y procesos, las transformaciones del campo mexicano y las estrategias que adoptan los actores sociales en sus respectivos espacios de acción: el espacio local y doméstico, y el espacio laboral, marcados por la búsqueda de fuentes de ingreso para paliar la debilidad económica de las unidades campesinas que, al influjo de la "multiactividad" y manteniendo la lógica campesina de producción, recurren a la migración regional, nacional o internacional como estrategia de reproducción social.

El hilo conductor de los trabajos es mostrar y comprender las mutaciones del mundo rural sintetizadas bajo la noción de Nueva Ruralidad. Como se puede desprender de su lectura, la realidad es mucho más rica y dinámica que las categorías conceptuales, toda vez que los procesos a los que hacen referencia están determinados por una densidad histórica que pauta la relación campo-ciudad y, sobre todo, por la memoria y la cultura de los actores, quienes al buscar estrategias de vida encuentran en su identidad y en su territorio la guía que orienta sus proyectos de desarrollo personal, familiar y comunitario.

Las investigaciones que aquí se presentan, en su momento tesis para obtener el grado de Maestría en Desarrollo Rural por la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco, mantienen la frescura de la investigación de campo que, en no pocas ocasiones, está signada por el compromiso directo de trabajo con los actores sociales.

La presente obra ha sido preparada con la finalidad de contribuir a una mejor comprensión de la arquitectura y los procedimientos de producción de los textos argumentativos, una modalidad continuamente presente en la vida académica. Con base en el análisis de los esquemas argumentativos de la lógica formal y de la lógica informal, así como de los conceptos de la gramática y semántica argumentativas. Orienta respecto a la invención, elaboración, discusión y presentación de textos argumentativos, realizados con motivo de…

En los trabajos que integran esta obra se reflexiona sobre el territorio, entendido como espacio de poder, disputa, conflictividad, cooperación y negociación entre los diversos actores sociales que buscan imponer o defender proyectos de desarrollo, principalmente en ámbitos rurales y rururbanos, que se transforman al influjo de los procesos de la globalización y la reestructuración capitalista en su expresión neoliberal. Este es el eje articulador para el estudio de diversos temas y problemas en cuatro países de América Latina: la autonomía y el papel de los movimientos sociales indígenas, la resistencia de los pueblos originarios en espacios urbano-rurales y las estrategias de las comunidades ante el riesgo, en México, así como la institucionalidad para lograr la gestión del agua en una provincia de Argentina y la reconfiguración territorial que genera la consolidación de modelos de producción agroempresaria! vinculados a cultivos como la soja en Paraguay, Argentina y Uruguay.

Las radicales transformaciones que se viven a lo largo de la región latinoamericana y los profundos y complejos impactos que éstas significan a nivel ambiental, tecnológico-productivo, económico, social, cultural y político deben ser investigadas, reflexionadas y debatidas. Este volumen de la serie Mundos rurales aporta elementos importantes para avanzar en estos objetivos.

A lo largo de los últimos 200 años de evolución de la historia de México, la sociedad mexicana luchó incansablemente para construir los acuerdos y las instituciones de estabilización necesarias que le permitieran vivir en condiciones de justicia, ponderación y paz. Una de tales realidades fue la creación de la figura del estado-nación mexicano como instancia aglutinadora de los individuos y las comunidades locales, que les permitiera defenderse de los poderes imperiales que nos sometían en el siglo XVIII y…
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