Política y Cultura No. 36

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La alta concentración del riesgo relacionado con los desastres amenaza las ganancias en términos de desarrollo humano a lo largo del planeta, recuerda la Organización de las Naciones Unidas.1 Los hechos ocurridos en 2008 como el ciclón Nargis y el terremoto de Sichuan representaron un hito para las políticas públicas, pues pusieron de manifiesto la transformación producida en la escala espacial de la interacción entre los procesos de producción y reproducción de las sociedades humanas y las dinámicas socioambientales. La concentración de un alto número de desastres en un intervalo temporal de unos pocos meses se transforma entonces en un símbolo que marca un punto de quiebre. No sólo las políticas se ven llamadas a intervenir de manera impostergable, también se producen nuevas comprensiones de los fenómenos que modifican las culturas, sus maneras de adaptarse al medio, los grados de tolerancia del riesgo y los umbrales frente a los cuales las desigualdades sociales que caracterizan. De manera transversal a los artículos presentados por este número de Política y Cultura, un elemento crítico de explicación es representado por la diferencia en cuanto a capacidad de enfrentamiento de los eventos relacionados con el cambio ambiental y la resiliencia frente a los eventos de vida críticos que esos representan para los sistemas socioecológicos, las comunidades y los hogares.

El ciclón Nargis en Myanmar interactuó con los procesos de asentamiento de poblaciones en búsqueda de alguna sostenibilidad para sus medios de vida en el ya altamente poblado delta del Irawadi causando 140 mil muertos. En China, la presión hacia el crecimiento económico, la presencia de un capitalismo rampante en el campo de la edilicia y de una gobernanza poco efectiva, fueron algunos de los factores que desempeñaron un papel fundamental en el terremoto que afectó Sichuan y otras poblaciones de la región causando 87 556 muertos y más de 365 mil heridos. En agosto de ese mismo año, las crecientes del río Kosi, en un área supuestamente a prueba de inundaciones, afectaron 3.3 millones de personas distribuidas a lo largo de 1 598 aldeas en 15 distritos.

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