Las escrituras de pacheco y Blanco son guías imprescindibles de nuestra hora; ambos han labrado una imagen del escritor responsable que, en mitad de la tormenta, trabaja con dignidad y honradez en el medio literario y cultural sin voltear hacia atrás, seguro de que al final del recorrido encontrará, mínimamente, la luz de la estación que tal vez sin proponérselo buscaba: la que reúne el texto con sus lectores -eso lo sabía muy bien Fernando Benítez. Pacheco y Blanco pertenecen a dos genera¬ciones distintas pero se encuentran en el interés y la inquietud por la poesía, que los une y tal vez los identifica; es visible la pasión de ambos por T.S. Eliot (1888-1965), a quien Pacheco le ha dedicado muchos días y esfuerzo.
El autor de La tierra baldía (1922) le sirvió a Blanco para titular un texto con un verso suyo: “Ojos que da pánico soñar”... Sueños que da pánico escribir, un juego de palabras de ese mismo verso, alude a la realidad desbordada que han reinventado en sus poemas, crónicas y novelas, esos dos autores.