La política social se ha ido convirtiendo en objeto de investigación privilegiado en las ciencias sociales, en tema de actualidad para el debate político nacional y estará presente sin duda como centro de referencia de las contiendas electorales regionales y nacionales. También en el discurso gubernamental: el presidente Ernesto Zedillo insiste en afirmar la existencia de una política social activa en la que se gasta más de la mitad del gasto público presupuestable. Funcionarios gubernamentales señalan que la reforma del Estado busca desembarazarlo de actividades superfluas para centrarlo en acciones con contenido social. Esta insistencia no es nueva.
Los gobiernos de la reforma económica y de la reforma del Estado, sobre todo desde Carlos Salinas, se encuentran con probabilidad entre los que más han insistido discursivamente en su preocupación social. Peter Ward (1989: 11) ya se había preguntado desde los años ochenta que cuándo "es más probable que los gobiernos ofrezcan programas de bienestar social". Por ejemplo, ¿en épocas de relativa prosperidad, es decir, de oferta importante de empleos, de alzas salariales reales y de crecimiento? O ¿en tiempos de crisis "para compensar en —palabras de Ward— los efectos adversos de las medidas de autoridad" o, dicho de otro modo, las consecuencias del proyecto de reestructuración?